argantonio

La débil fuerza del piropo

Él era muy devoto, defensor de la castidad

Pero como padre era muy prolífico

No podía presumir de se ciéntifico

Y naturalmente tuvo de vástagos una barbaridad.

 

A su muy atrayente vecina de abajo

Siempre le decía con sutil galantería

Tú me quitaría la pena con tu alegría

Y ella contestaba, ahora tengo que aguantarte

en el trabajo.

 

La mayor pena de las trabajadoras

Es tener de compañero un Don Juan

Dándole la lata a todas horas.

 

Y la suerte del Tenorio

Es ligarse a su vecina

Sin invadir su territorio.