Él era muy devoto, defensor de la castidad
Pero como padre era muy prolífico
No podía presumir de se ciéntifico
Y naturalmente tuvo de vástagos una barbaridad.
A su muy atrayente vecina de abajo
Siempre le decía con sutil galantería
Tú me quitaría la pena con tu alegría
Y ella contestaba, ahora tengo que aguantarte
en el trabajo.
La mayor pena de las trabajadoras
Es tener de compañero un Don Juan
Dándole la lata a todas horas.
Y la suerte del Tenorio
Es ligarse a su vecina
Sin invadir su territorio.