Ajedrez de la vida y de la muerte,
deambúlas por células selectas
y llegas a conclusiones inconclusas.
Ajedrez etéreo en formas y matíces
siempre rígido, explotas en el aire
en combinaciones jamás imaginadas,
el cosmos aplaude tu talento, el rival extravía la mirada.
Ajedrez del alma de un poeta, arma predilecta y sin sentido
de todas las culturas pasajeras,
amenazas damas, obispos y monarcas con la fuerza de infantes a caballo.
Ajedrez sublime poesía, hermoso canto que acompañan instrumentos de vientos y de cuerdas
en sonatas que perduran en el tiempo.
Dulce alivio de angustias y rencores,
te asomas al vértigo del alma
en carrera total, desenfrenada,
para llegar al último deseo
de volver a empezar la lucha encarnizada.
Ajedrez de la vida y de la muerte, complemento perfecto y armonioso, de humanos que quieren elevarse
por cumbres más altas que los sueños.
Ajedrez, pasión irresistible para el alma que anhela redimirse.
Ajedrez de la vida y de la muerte.