Aprendí que el miedo no es tan malo después de todo. Muchas veces tenemos el miedo a equivocarnos, a decidir qué hacer, quién ser, cómo hacer y dónde. Y cuando el miedo nos gana podemos omitir muchas cosas que pudieron funcionar o hacernos bien, por miedo a que salga mal. Y otras veces enfrentamos al miedo en la manera que hacemos aquello a lo que temiamos hacer aunque sea malo. Y a veces lo enfrentamos, arriesgandonos porlo que queremos, por lo que nos hace bien. Muchas veces tenemos miedo por el qué diran y por no cumplir con las espectativas de otros. Pero lo importante es ser uno mismo y hacer lo que a uno le gusta, sin importar las criticas de personas entretemetidas, que estan solo para desanimar y no miran sus propios errores, sus propias acciones. Más allá de que hagamos o no hagamos, seamos o no seamos tal cosa, siempre va a ver gente que hable. Lo importante es saber a quién escuchar, saber qué guardar y qué desechar de lo que nos digan. El miedo nos ayuda a tener cuidado, a saber las consecuencias y las reacciones de diferentes desiciones y acciones. Lo importante es caminar hacia las respuestas de nuestras preguntas a pesar del miedo, a pesar de lo difícil que se ponga; pues mientras mejor sea lo que busquemos más tiempo tardará en llegar, porque lo bueno, demanda espera. Además, sabemos que de los errores se aprende, pero hay que ser inteligentes, y el miedo nos ayuda a decidir sabiamente si sabemos escucharlo. Solo hay que ser originales, ser uno mismo y tener en claro qué es lo que queremos lograr, y hasta que se sabe y logra, muchas veces se tiene que volver a intentar...