Llegando la soledad,
y mi tarde es la sonrisa
que se mece con la brisa
en espera del jamás.
Sonrisa de sol y sal
de mar azul y sereno
cubierto por aleteo
de gaviotas al pasar.
Brisa de espuma y coral
que brutal golpea la roca
ola que hora tras hora
devora la eternidad.
Jamás, que trae el jamás,
en la marea creciente
tibios versos que al poniente
el alma quiere ofrendar.
Soledad ausencia y paz
navegando en el silencio
que trae aroma de incienso
de una antigua catedral.
Beso que al anochecer
se hiela sobre los labios
Y en coloquio de los sabios
alcanza su libertad.