Fue suficiente desde el momento en que sentiste la culpa, como si se te fuese a arrancar el alma del pecho.
Pequeña mimada de alma consentida, no podrías llegar a amar ni aunque tu entorno funcione, no has minimizado nada aún.
No se ha preparado, se ha puesto medias y ha salido a la calle a conquistar el mundo.
Pero es tan diminuta...
Pequeña y dulce mujer, que ha engendrado lo que nadie nunca espera.
La noche está tan fría y tu criatura ha estado llorando por toda la eternidad.
Siente el contacto de lo que él jamás pudo darle.
Con la sangre derramada no queda qué decir, se ha precipitado y su corazón se ha roto, simultáneamente por el tonto que le ha clavado espinas en lo que debiese ser su sentir.
¿Dónde ha quedado?
Repite el propio nombre, tratando de convocar, pero sus días pasan y su pequeño escarabajo aún madruga.
El morbo de una muerte no se quita si no hasta que ocurre.