Hola Soledad, mi eterna y fiel compañera,
Aquella que nunca falla, la que siempre me espera
Y a la que siempre encuentro, al cerrar la puerta...
Siempre pedí un poco de tí como regalo,
Y obtuve lo pedido, claro que lo obtuve!
Mas, en esos momentos cuando invades todo
El universo que rodea a mi miserable existencia
Y le pones música a cada latido que retumba a mis oídos
Y cuando te apoderas de todos y cada uno de mis sentidos
Y me recuerdas que solamente a ti te tengo... Ahí deseo
No haberte nunca conocido, no haberte nunca tenido
Mi querida Soledad, la que siempre me espera
La que nunca me falla, la que llena mis momentos vacíos...
En este momento eres todo lo que tengo, ya más no pido
Los momentos cuando no estabas son recuerdos
Son solamente un triste y vacío ruído
Que atormenta mi memoria, que desgarra mi alma
Y que hace que quisiera cerrar los ojos
Y dejar de sentir, pues duele mucho tu presencia
Mi querida Soledad, no sabes como dueles
No te imaginas siquiera lo duro que es tenerte
No sabes cuanto quisiera que ya te hubieras ido...
Hola Soledad, ahora solamente somos los dos,
Tu con tu lealtad a prueba de todo, y yo,
Yo con mi melancolía y el profundo vacío
En el cual lentamente me voy perdiendo
Y en el cual los recuerdos se hacen nada,
Y se convierte, junto a mi, en un triste olvido...
Solo a ti te tengo, mi estimada compañera
Aquella que nunca me deja, que nunca me abandona
Aquella cuya compañía sería feliz de no haber tenido
— Toma mi mano, no busques más!
Soy todo lo que te queda, solamente me tienes a mi
Para andar este polvoriento y miserable camino...
— Lo acepto, llévame contigo...