Verano Brisas

A COLOMBIA, CON AMOR

Una cosa es la tierra donde nacimos,

a la que amamos incondicionalmente,

otra, la caterva de bandidos que la usurpan

a través del engaño y el terror.

 

Una cosa es un ejército formado

para defender las fronteras nacionales,

de aventuras y remotas invasiones,

otra, la pandilla de asesinos que las ponen

al servicio de siniestros intereses,

matando a inofensivos campesinos,

estudiantes y obreros que reclaman

un poco de justicia y de respeto.

 

Una cosa son las creencias religiosas,

las posiciones ideológicas y políticas

en las cuales la gente se refugia

para evadir la realidad del mundo,

otra, la turba de impostores que pululan

enriqueciéndose a costa de los ignorantes,

confundidos, fanáticos y crédulos.

 

Una cosa son el folclor y las costumbres

con las cuales el pueblo se divierte,

otra, la chusma embrutecida por el fútbol,

el aguardiente y las sectas cavernícolas.

 

Una cosa son las selvas y los ríos

que alimentan el suelo con sus dones,

otra, las empresas extranjeras que saquean,

contaminan y destruyen lo que encuentran

antes de volver a su lugar de origen.

 

Una cosa es firmar tratados internacionales

en igualdad de condiciones económicas,

otra, abrirse de piernas como una barragana

ante el abuso descarado del imperio.

 

Una cosa es proteger a quien exige

pacíficamente sus derechos,

otra, atropellar y matar manifestantes

en nombre de una falsa democracia.

 

Una cosa es tener símbolos que interpreten

los sentires más nobles de la población,

en sus sueños de grandeza y libertad,

otra, venerar una bandera y un escudo

retrato de falacias y codicias carroñeras.

 

Colombia, proclive a la maldad congénita,

intolerante, violenta y rezandera:

¿Cuándo saldrás del vergonzoso atraso

potenciando educación, ciencia y cultura

y no a vulgares caciques virreinales,

que expolian sin pudor nuestras riquezas,

olvidando que un país tan sólo avanza

por medio de una paz consolidada,

no al servicio del crimen y la guerra?