Ya no me queda tiempo para vivir la noche,
callada campanada, reloj viejo de antaño,
que te encuentra olvidado del tiempo sin apaño,
desconsolada vida sin un mero reproche.
Una muchacha libre para la medianoche,
frígidos senos sepia, duros como el estaño;
de tí quiere pasión, ya no sirve el engaño,
sigue con tu charada, frágil ajado broche.
Como duro cristal, de pórfido granito,
perdedor que regresa vencido a su morada,
amerita piedad como viejo bendito.
Los versos entregados vuelan hacia la nada,
es trágica comedia, que la vejez a escrito,
son sucesos pueriles, todos de madrugada.
Claudio Batisti