He ido una y mil veces hasta tu casa
me paré frente a la puerta en vano día
hasta la noche esperé enfriar las brasas
de mi alma cansada en esta cofradía.
Ojos me miraron por encima de la muralla
y yo que siento dentro mío correr hormigas
he pensado en volver y atraparlas, atarlas
como prolongación de mis dedos y caricias.
Hoy como siempre he vuelto a tu morada
con la carga pesada de tanta melancolía
la habitual presencia de tu ausencia cotidiana,
mi amada, mi triste amada, mi desaparecida.