Xabier Abando

Aquel tren de mi infancia

Vídeo: “Long train running” (Doobie Brothers)

 

Hemos perdido aquel tren,

postergado con los años.

Sin darnos cuenta se fue,

como se fueron también,

como el tren evaporados,

los años de la niñez.

 

Por siempre desvanecido

entre la niebla del tiempo, 

el recuerdo de su gloria

persiste, empalidecido,

en el baúl polvoriento

de nuestra frágil memoria.

 

Recuerdo bien el vapor

escapando a borbotones

por la negra chimenea,

con el humo del fogón, 

donde rusientes carbones

calentaban la caldera.

 

Era un sonoro esplendor

la cadenciosa arrancada 

de aquel ingenio rodante;

los escapes de vapor

parecían andanadas

de un ronco cañón distante,

 

en cadencia acelerada,

y los chirridos a ritmo, 

por la fricción, de las ruedas,

que giraban impulsadas 

por el genial mecanismo 

de la biela-manivela

 

y aquel silbido aflautado,

que anunciaba su presencia

y cuando el tren se alejaba

se escuchaba amortiguado

y decreciente en frecuencia,

como Doppler explicaba.  

 

Esa tracción arrastraba 

los trenes de mercancías,

de incontables unidades,

moviendo cargas pesadas 

por toda la red de vías

hasta lejanas ciudades.

 

Por defectos de la vía, 

en trenes de pasajeros,

como el humilde correo,

sometidos se veían

los resignados viajeros

a un constante traqueteo,

 

y si viajaba asomado

alguno a la ventanilla,

podía pagar su antojo

muy caro, si era afectado,

por la odiosa carbonilla,

de auténtico mal de ojo.

 

Aquellos trenes expresos

de muy largo recorrido,

con lujosos coches cama, 

de cubículos estrechos,

donde viajaban dormidos

los viajeros en pijama,

 

los recuerdo en la estación

de mi pueblo, de pequeño, 

entonces parada y fonda,

y bajando del vagón,

con cara de mucho sueño,

los pasajeros en tromba.

 

Con maletas de cartón,

en vagones de tercera,

viajaba la gente humilde,

sentados de dos en dos

en asientos de madera

sin el respaldo abatible.

 

Aquel tren de mi niñez 

fue testigo imperturbable

de una posguerra muy dura 

de autarquía y escasez,

de racionamiento y hambre,

de opresión y dictadura,

 

de represión y fascismo,

de miseria intelectual,

de exilio y emigración,

nacional catolicismo,

y espíritu nacional

de obligada formación,

 

de estraperlo y corrupción,

de marciales actitudes,

cara al sol, prietas las filas, 

de vivas a la legión,

de frente de juventudes

y de sección femenina.

 

Éramos gente menuda

sin ninguna referencia  

de otra vida diferente,

y aunque la nuestra era dura 

por pura supervivencia

había que hincarle el diente.

 

Vivíamos inconscientes 

aun de la propia inconsciencia, 

y, en nuestra cándida mente,

hallábamos alicientes 

en la precaria existencia

y el encanto suficiente 

 

para vivir el momento 

disfrutando buenamente,

obviando la realidad,

de espaldas al sufrimiento,

sin duda más evidente 

para la gente de edad.

 

El tiempo se nos fugaba  

entre la escuela, su patio,

chicos aparte de chicas,

y la plaza en que jugaba 

toda la panda del barrio

a la comba o las canicas.

 

Se nos fugó el tiempo, tanto

que nos hicimos mayores

hasta, incluso, envejecer;

la niñez, llena de encanto, 

de gozos y sinsabores,

se fue para no volver.

 

Dejaron para el recuerdo,

como esculpida, la huella,

vivencias gratas o hirientes:

la matanza de los cerdos,

cualquier personita bella,

familia, amigos, docentes,

 

o aquel tren obsolescente,

que unía pueblos, regiones,

en integración genial,

al servicio de la gente,

potenciando sus opciones,

respetando lo esencial.

 

Me sugieren sus virtudes,

la integración de naciones

de forma confederal,

en que priman actitudes 

de respeto a las opciones

de credo y de identidad.

 

La voluntaria adhesión 

de los pueblos y naciones 

hace uniones duraderas

y es la mejor solución 

para evitar las fricciones, 

según mis entendederas.

 

Se nos fue, con la niñez,

el tren que marcó mi infancia.

Si hemos de llevarnos bien,

proceder con sensatez

es de vital importancia.

No perdamos ese tren.

 

© Xabier Abando 28/02/2017