El otoño vuelve con un murmullo
interrumpido por espacios de silencio.
En el cielo, se estanca con las nubes,
en la tierra es solo una sombra.
La ciudad está manchada con la lluvia.
El cuarto se recoge en la penumbra.
Las hojas blancas, sobre el escritorio,
se van cubriendo de jeroglíficos.
Hay que arreglarlo todo para el invierno.
Nos despojamos de las viejas frases.
El acorde de las notas en el teclado
se ha desplazado de una octava.
De cada cosa es visible solo el perfil;
los contornos son netos, no confunden.
Parece justo y próximo el momento
de una interpretación definitiva.