Me acostumbro a lo que no eran mis costumbres;
me acostumbro a la quietud y a andar despacio
y en ese andar observar lo que ya estaba.
Interpongo entre la muerte y mi existencia
esos rayos del sol que pasando entre los pinos
me alucinan y esos trozos de silencio tan afines
a lo eterno.
Incluso a ese rincón en desuso y abandono
¡oh, sombra de los mimbres que te mueres!
lo inserto entre mí ser y aquello exánime.
Sigo el surco de esa huella de origen tan extraño
que me lleva por los lugares ya sabidos
donde redoblan ecos de voces y sonidos que descansan,
esperando por mí y elevando sus plegarias.
Me acostumbro y me gusta esta costumbre
de desandar lo andado y echar otra mirada,
que entre mi vida y la muerte se interpone.
De mi libro “Del sentir que reverbera”. 2018 ISBN 978-987-763-458-7