Ayer
preguntaba a tus pequeños ojos
y a tu sobrecogida sonrisa
como un niño preguntara a su madre;
y tú no me respondías.
Ayer
sólo se oía mi voz y la del silencio,
aunque me sentía acompañado
como el mar se acompaña del cielo;
… y tú no me hablabas.
Ayer
veía dilatarse sonoros segundos,
veía sollozar ocultas resignaciones,
frío sentía en mis pesares oscuros ;
… y tú no cambiabas.
Ayer…,
ayer preguntaba y sólo se oía mi voz,
y en ella, el sollozo de mi alma…,
y tú seguías ahí, indiferente,
y tú, allí, imperturbable continuabas,
y era ayer,
cuando tú me mirabas, rictus sonriente,
dolorosamente distante y muy fría…
¿Por qué?... ¿Por qué?...
¡Respóndeme fotografía!
Por favor, respóndeme hoy, amiga,
tal y como lo hiciste la última vez…