Al cielo nadie le pide explicaciones cuando todo se nubla, a ti nadie te avisa cuando llega la tormenta y te pilla en mitad de la nada, calándote hasta las entrañas de la incertidumbre de no saber que aspecto tendrá el miedo esta vez.
Mis miedos se quedan mudos para escuchar en silencio el eco de tus labios susurrando un: \"ven, ríeme lento, no los dejes vencer\".
Él río empieza a fluir cuando siente tus lágrimas, dice que son demasiado saladas para no acabar en aquel lugar del mar donde te dejas llevar.
Allí donde después de flotar te sacudes la sal y echas a andar.