Soledad de altos y oscuros cipreses,
quedo piar de aves escondidas
en el follaje.
Arrolladora nostalgia impregnada
en los muros,
tropel de siluetas del arcano,
recuerdos y amenazadoras lágrimas
en remolino
sacuden el espíritu conmovido.
Horas frías, nubes negras y quebradas líneas
de la tarde,
nombres, dolor inconmovible de ausencias
rastro incierto de plegarias viejas
musitadas,
huellas de responso carcomidas
por el tiempo;
promesas abandonadas, quebradas esperanzas
y arrinconado olor a hierba
y catacumbas,
marco ya de azules lejanías y pétalos
de colores
que hoy abanican viejos triunfos pasajeros.
Y, al retorno sin remedio a la efímera vida
de sueños,
miro dibujarse en mi corazón
y ante mis ojos incrédulos, inusitadamente,
una imagen
que desde ha me ronda, y su sonrisa;
y se detiene frente a mi felicidad,
en cuerpo y alma.
Bolívar Delgado Arce