Me pierdo de tu boca por su estela
asido fuertemente a tu cintura,
me llenan de pasión y de dulzura
tus besos, que me saben a mistela.
Quitándole el cerrojo a tu cancela
cabalga por tu cuerpo sin montura,
recorriendo frondosa tu pastura
mi corazón ardiente hecho candela.
Y dentro con gemidos y vaivenes,
haciendo de tu cuerpo pergamino
en cálido tintero me retienes.
Yo jamás recorrí mejor camino;
¡mujer que con tus ansias me sostienes,
haciendo nuestro amor cuasi divino!