No hay hielo que no se derrita,
ni fuego que no se apague,
un día te tuve y al día siguiente te perdí,
resonó tu voz cálida en la distancia,
el viento cada vez soplaba menos y
el eco de mi amor te buscaba en el encierro
de la habitación de la que partías,
quedo a mi lado la soledad y
detrás de mí transitaba nuestra historia,
tu sonrisa marchita se desvanecía en mi
mente y tu voz como un susurro desaparecía
en lo más profundo de mi corazón.