Sucede que sin intuirlo, sin escudo protector ni lanza en mano, desprevenida me encontraste ante tus inmensos ojos mirándome, ante tu boca que al nombrarme, revive en mí sensaciones y deseos que creía ya olvidados.
Sucede que sin esperarlo, sutil, suave, despacito, en mi alma penetraste y cuando llega la noche, es en mi cama, donde imagino mil formas de besarte, acariarte, poseerte, darte y darme ¡Sublime locura!
Sucede que me estremezco entre tus brazos, que me olvido del mundo y mi fin es sólo a ti entregarme. No hay entonces aire, ni agua que apague la llama que hace ascuas nuestros cuerpos y ceniza de amantes, ansiosos por fundirse en moléculas de aire.
Sucede que cierro los ojos y aún te veo mirándome dulce. Sucede que amanece y todavía te siento conmigo deseoso y cálido. Sucede que quiero escuchar de tu boca, los gemidos que la mía te provoque.
Sucede que te amo quizás demasiado. Sucede que nunca antes me sentí mi amor, deseada, ni he sabido jamás, ser amante de nadie. Sucede. Simplemente Sucede...
Pilar González Navarro
Abril 2018.