Las parejas, son como aquellas partidas de naipes, raramente, te sientas para jugar una sola
mano.
Se presentan partidas de muy buenas, en las que sujetas todos los triunfos entre tus dedos,
apuestas confiando en la certeza, de que no se puede escapar ya esa amplia sonrisa del
triunfo, pero.....nada esta escrito en los juegos del azar, lo que se creyo ya hecho, se
desvanece. La sonrisa se vuelve girandote la boca, el perfume de la victoria se va; vas y
pierdes, quedando tan solo recuerdos.
Esta fenomenal tener pareja, desaparezca del enlace, cualquier pugna de poder.
Marche el egoísmo que enrancia las noches de un Mayo conversador.
Celos dandose a la fuga,
ni la puerta les abrimos,
picaron llamando, con voces,
pero ni tu ni yo los oimos.
Romances dandole a las gentes
parejas por instantes,
explotando lo desconocido de cada cual,
aguardando una piel erizada
por tempestad de caricias,
de abrazos,
de besos ya no robados,
con el estallar de unas bocas pegadas,
de sexo.
Sexo complaciente.
Lascivo, permisivo
o compungido,
dubitativo y furtivo.
Sexo carnal que penetra sellando
hasta lo mas hondo de la unión.
Dando pasión,
extrayendo el raciocinio de lo humano,
concediendonos lo irracional
del animal con el cual vestimos,
que somos y llevamos.
La confianza en el otro es la que posibilita
no pervivir con ansiedad;
es creer también en la importancia,
de a la pareja darle unos toques de a lo loco.
Si vivimos en pareja, eso sí,
tenemos que disponer de suficiente confianza;
echarnos de cabeza y en ella creer.
Uno no es igual al otro,
aunque en ocasiones
erroneamente se quiera pretender, suponer;
olvidemos existen unas distancias,
más que alejar nos unen y enlazan.
Conforme a las propias carencias,
te sientes por el otro atraido,
rezuma el gusto de poder completarte.
Suele ocurrir,
esa primera atracción
del deseo se disipa,
tiene que pasar,
que como todo cambia.
No se pierden por el horizonte los placeres,
conviven en la serenidad
de lo que ya fue descubierto;
y ya no son tierras
plagadas de incognitas, lejanas.
Es importante,
no pretender sacar
del otro lo que se quiere; aceptar.
No esperar cambiar a nadie,
tomar la comprensión del mundo
en el que el otro vive y se ampara.
Cortar las dudas cuando te equivocas,
diciendo, lo siento cariño,
no me di cuenta, perdón.
Rectificar es de sabios;
sabio, es aquel que algo más escucha
a parte de a una solita, sola razón.
Las parejas son como aquellos cordones de los zapatos,
se pueden llevar sueltos,
revueltos o atados,
pero cuando se llevan,
tienen que estar bien calzados.
Como la dirección de una calle
en una gran ciudad,
puedes llegar al sitio
yendo por donde prefieras,
pero conseguir sentirte bien,
dirigiendote, mientras te llevas.
Si se escoge ese destino,
el de sentirse a gusto,
compartiendo, en pareja,
hay que esmerarse,
tirar y aflojar,
para conseguir estar
en esa unica meta,
preciosa, sin precio,
merece la pena, lo vale.
Si tras probar y probar
te falta el aire,
te invade el ahogo,
mejor dejarlo
e irse a embarcar,
pisando las aceras
de ese seguro próximo baile.
Compartamos sin estipular con fijación,
una forma de llevarlo,
reservando las nostalgias
para otro tiempo de verano.