Los cauces de la esfera
han engangrenado,
el sistema es un opresor
llamado tienda,
instala sucursales
en un agriete de cordura
ya hay aduanas que alfombran
las veredas del bisturí
que ha de amputar
a esta esencia.
En una letanía de materia inerte;
incubarán las granadas,
fragmentar al espíritu
es asumir su oficio,
y en la carne;
los colmillos ya taladran la piel,
con brocas de plastico
que no saben de anestesia.
En el escaparate de una sucursal
ya hace un maniquí;
engendrado por la pose y el reflector
es incapaz de pinchar su burbuja
pues aún creé
que es posible cambiar al mundo
sin emigrar del cristal
afirma estar en movimiento
a través de la estática
las vocales y consonantes
que habitan en su verbo
son rimas desgajandose solas
desde su apariencia exterior
ejercer la sensibilidad es su bandera
que solo enarbola
en la perimetría de su aparador.
El Maniquí es un espejo
reflejo, de esta sociedad caduca
el vacio va por dentro
la marca va por fuera
camiones de mudanza
llevan consigo mil sueños
integros
los últimos
por las carreteras
toman forma de fúnebres carrozas.