“y no tuve ya voz
ni colores ni viento”
Yo amaba la voz
esa que viene en el aire
que se respira
y que se escribe
tenue azul y naranja
por las tardes.
Entonces era tibia
y dulce la manzana
la melodía a mordiscones
se iba deshaciendo
pulpa y cáscara
satisfaciendo el momento
y un aroma de azahares
trasformaba el alma.
La hacía verano
muy a pesar
que el otoño amenazaba
a naturaleza muerta,
entonces miré en ocre
y la vi alejarse
como queriendo a otro
y las hojas empezaron a caerse
desde el primero
hasta el último verso...