Hay un mundo que agoniza
y otro que vive de la nostalgia.
Incólumes, las antiguas herencias
se rehúsan a ser defenestradas.
Miles de estrellas toman el tiempo
que les resta, para ser apagadas.
Otras, mientras tanto, respiran
pues no serán desarraigadas.
Los planetas, como un rosario,
se recogen en una cuerda de plata
que se enhebró por una mano
creadora de un nuevo mañana.
Ella misma cerrará el ciclo,
y tejerá una nueva página
en la que otros motivos y sueños
darán paso a una verde esperanza,
que escribirá con letras de oro
una frase, por mil años soñada:
\"AQUÍ VIVE EL AMOR, SEMILLA
QUE YA NO SERÁ DESARRAIGADA\".