Hay nubarrones que oscurecen el cielo
como amenazas siniestras,
miras al infinito y ves caras monstruosas
que parecen formarse entre las nubes.
presientes la tormenta,
y el silencio impera en un suspiro.
Más de pronto la chispa incendia el aire
y el trueno te destroza los oídos,
el granizo golpea tu cabeza,
y el rayo hiende el árbol que te cubre.
buscas una cueva y todas son infectas
o ruinosas, o cobijan feroces alimañas.
te apoquinas temblando, en un agujero
y rezas porque amaine la tronada.
El frio te atenaza y el miedo te devora
no atinas ni a pensar, y solo tiemblas
aterido y perdido entre las sombras
esperando el zarpazo de su ira
¡Que tremendo y eterno es ese instante
en que presiento en tus ojos y en tu voz
el terrible estallido del pasado
arrasándolo todo en su estampida!