¡El duelo del cóndor!
A lo lejos se pasea en sus profundidades níveas
un cóndor majestuoso que olvidó su casa.
y el viento lastimero le acompaña…
Y el viento lastimero su dosel de plumas le atenaza.
Llora nuestra flauta Andina,
Llora al compás del viento que desgarra el alma.
Las nuevas multitudes te reclaman
ellas, anhelan saber del hombre, del tedió y de tu casa...
Te preguntan.
Se preguntan.
¿Qué buscaban tus feroces y raudales alas?
¿Y el encorvado pico que tu faz levanta?
¿Qué de la fuerza de tus garras?
Y tu escultura antigua es un libro que amenaza
Y surge un recuerdo en lo vetusto de la sabia calva
mas nada… nada dice la singular siringe,
ella piensa, rumia al cielo y para siempre calla,
los ojos lastimeros les endilga las comarcas;
la morada de una absurda calma.
Los vientos de los Andes en sinfonía grata
les rasga vestiduras e intenta alivianar su marcha.
En mausoleos de oro, de piedra y hojalata,
desperdigadas duermen tus entrañas,
reclaman la presencia y lo imponente de tus alas.
Y el pico amaestrado es una muchedumbre
que vela a lo inevitable de su parca.
Llora nuestra flauta Andina,
Llora al compás del viento que desgarra el alma.
Racsonando ando.