He conocido el amor y no es humano,
Las sentí tocar mi piel con semejante excitación y demencia,
Con tal energía que me transmitían su incontenible fuerza,
Mientras yo sentado en un borde
contemplaba su absorta parsimonia,
que a la vez se contrasta con su rebelde carácter.
Me enamoré de ellas y me acerqué,
me puse de pie para observar la perfección de sus curvas,
enajenado por la manera en que ellas danzaban decidí tocarlas.
Al tiempo que me acercaba,
Sentía su golpeteo;
Primero mojaron mis pies,
Más tarde mis rodillas,
Continuaron con mi cintura
hasta cubrirme casi por completo.
Retumbaba el choque de sus labios en mi cuerpo,
Sentía como azotaban con tal furia su desprecio sobre mí,
Me sentí castigado con el amor del bravío Mar,
Que espumoso hacía romper sus doncellas indómitas,
Que ansiosas de torturarme me arrollaban una y otra vez.
El Dios Neptuno decidió castigarme de la forma que más amo,
Enviándome olas para que llenen de vida mi cuerpo
Haciéndome vibrar al simple rozar de sus salinas aguas,
En las que jamás quisiera dejar de bañarme chapotear,
No importe si mi vida es el precio.