Caminaba por ese inmenso pasillo
y repentinamente me detuve
no se por qué, solo paré la marcha
como si nada importara ya.
Quise continuar, algo me llevaba a parar
miraba no sé que, todo perdía el color
la distancia al suelo
esa distancia que siempre había
se perdía entre las cosas que perdía.
El bolso siguió aferrado por la mano
la silla, a mi derecha, se mantenía
negra, firme, lógica en sus patas
ese gran cuadro, pareció vivir.
El viento, movía las palmeras
el bolso pesaba como el mundo
mi mano se aferró con desesperación
mientras los pies intentaban un paso.
El primer paso, luego el segundo
mientras todo se aclaraba
el cuadro se detuvo
Y la silla
definitiva con las cuatro patas
el respaldo curvo
negra.
El piso por debajo de los pies
caminaba por el enorme pasillo
con el bolso
el murmullo de unos turistas
mientras abandonaba el hotel.