Amo el silencio con el que sanan mis heridas, amo que acaricies mis mejillas,
la paciencia con la que no me juzgas,
y la suavidad de tus palabras con las que no me humillas....
Y por el contrario
odio el ruido de tu habladuria
lacerando mi autoestima,
odio esa insistencia tuya en arruinar mi día,
tus palabras como ecos, repetidas me lastiman,
Que te las ahorrarás yo quisiera,
que no las pronunciaras yo soñaba....
Inútil fue la lejania, inútil fue no contestar tus llamadas, te atreviste a enviarme cartas...
Que yo,por supuesto leía.
Quizá no importen nada las palabras... Me di cuenta que eras tu quién me importaba, y en consecuencia todo lo que decías me causaba heridas...