Replica mi gesto
con tenue rubor,
desvía su vista
fugaz y pillastre.
Canturrea sola
la voz aprendida,
solloza aturdida
si se siente perdida.
Ilumina sus ojos
y aprieta mi mano
cuando algo nuevo
asombra o sorprende.
Reanuda el camino
audaz e insolente
mi pequeña reina
ya corre y camina.
Vacila y tropieza
y el llanto aparece,
aprende mi niña
a yerro imprevisto;
que la vida es dura
e hiriente el camino.