Déjame morir en tu pecho
y resucitar entre tus muslos
bebiendo de tu copa
el dulce vino embriagador
que da vida a mis días.
Deja que tu alma se una a la mía
en la conjunción de los cuerpos
y entre sudores y jadeos
explotar de supernovas
en tu húmedo universo
plagarlo de estrellas
y deseos inconfesos.
Déjame explorar,
la vastedad de tu cuerpo,
sus puntos cardinales,
desde el extremo a su centro
pasando por sus trópicos,
sus meridianos y polos,
acariando sus valles,
besando de tu exótica,
orquídea, sus peciolos.
Déjame estrecharte en mis brazos,
cálidos, protectores,
déjame volverte loca
y que pierdas los pudores.
Déjame morir en tu pecho,
resucítame de nuevo
y recomenzar la faena
que nos lleve hasta el cielo.
-. Par
28042018
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