Fue en el verano del 2006
cuando perdí al gato,
bajo la lluvia
busqué su maullido.
En el bosque normando,
envuelta en sombras,
deposité un platillo de leche
y vigilé siete noches seguidas
la vieja de la casona.
Pongo en consideración mi caso:
es en el lado izquierdo que el vaso
roto invoca a la escama
que desciende al pie
y me brusca el vientre
donde escarban hormigas.
Tuve un hombre,
nada era suyo,
le inventé del gemido
hasta el poro que cierra.
Tuvo éxito, engranaba palabras
zurcía la creencia.
Durante años fui su puta
me inventé humana
y nada me pertenecía,
del aire hasta el pulmón
sonaba hueco.
Pero tuve éxito: colmé
el exceso y la demencia.
No le faltaba razón: el resto ha sido
de una humillación tremenda.
Estoy dispuesta a emprender el mismo viaje
aunque el viento barra las callejuelas
y oculte al animal en cualquier parte.
de Cuaderno de la herborista, 2012
Ya que no he podido entender a los Hombres,
recorto y coso pero no me sale un humano,
me dedico a las plantas.