alupego (Ángel L. Pérez)

EN NOBLEZA LA RAZÓN

 

Rio bravo que sucumbe,
entre las fauces del mar.
En los labios de su madre,
quiere sus besos volcar.
Así la vida se entrega,
a los brazos de la tierra.
Para abrazase con ella.
Entregando la materia,
que transportaba su ser.

No cabe mayor placer.
Que ver la vida crecer.
Al amor abrirse paso,
en la salvaje espesura.
La hermosura florecer,
entre las piedras más duras.
El canto del ruiseñor,
embelleciendo la esencia.
La esencia del corazón,
que en sus latidos se gesta.

Vuelve a la tierra sin vida.
Lo que en la vida vivió.
Vuelve a morir derramado,
a la tierra en que nació.
Allí donde germinó.
Transformado hace su nido.
En otro ser disfrazado,
su esencia sigue con el.
Entregando la semilla,
con la que se hizo su ser.

Besa la Tierra quien sabe.
Que el ósculo que le da.
Es el pago a la atención,
que la madre le prodiga.
La profunda admiración,
a lo que la Madre entrega,
con total dedicación.
Así, amor con amor.
Se pagan todas deudas,
que nacen del corazón.

No hay alegría mayor.
Que sentir como palpita,
de ternura el corazón.
Cuando en un hilo de voz,
torna el susurro en cariño.
En nobleza la razón,
con la sonrisa de un niño.
A.L.
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