Vivimos con los ojos cerrados,
quizás nos ciega la verdad
y miramos hacia otro lado,
pero tarde o temprano
tenemos que enfrentarnos al espejo,
sacar la cabeza del agujero
y nadar contracorriente
si no queremos acabar arrastrados
hacia las cataratas mortales del hastio.
No hay más camino
que el que salpica polvo en nuestros zapatos
ni más mañana
que el que nos arranca del lecho
con los ojos en llamas.
El futuro acecha con mirada felina
mientras tiende sus trampas.
La vida es una ruleta
en la que siempre gana la banca,
apuesta lo que no te importe perder,
el dinero, el orgullo, tu pequeña parcela de poder
pero guarda celosamente
todo aquello que puedas llevarte al salir del casino.
Las fichas del tablero no valdrán para nada
mas allá de la puerta.