No fue el hombre de Pekín
el primero en descubrir el fuego.
Al estilo de míticos dragones
un pequeño animal posee,
blindada con quitina endurecida,
su propia cámara de combustión.
Puede hacerla explotar a voluntad
produciendo terribles fogonazos
contra el rostro de sus enemigos.
Bienaventuranza y larga vida
para este sofisticado lanzallamas
precursor de la tecnología moderna,
denominado simplemente
Cucarrón Escopetero.