Al sorbo de una taza de rico café arábico, proveniente de las tierras chiapanecas, mientras disfruto de la belleza de las letras y su significado, encuentro de todas estas palabras que conforman los idiomas y, sobre todo, que le da forma a mi florida lengua, una que me causa tal asombro y que ha sido la elegida para ser mi favorita.
Dosis, un vocablo que pareciera sencillo por si solo, sin embargo, añádelo a tu vida diaria y le dará un sabor sin precedentes. Los poetas lo han llegado a usar y hace bien para dormir, para amar, para disfrutar de la soledad o la compañía.
No cabe duda que quien haya emitido por primera vez esta sabia palabra haya disfrutado de la vida como nadie más, no importa si proviene del latín medieval y este a su vez del griego, o que, si Hesíodo o Hipócrates lo usaron en sus tratados, no, lo que importa es cómo la llegaron a usar o mejor aún cómo lo llegarás a usar tú.
Ya lo dijo Sabines alguna vez, no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.