Las rimas son un problema:
siempre se muestran esquivas
como si fueran las divas
reinando en todo poema,
y uno anda con el dilema
cuando se cierra la mente
y las busca febrilmente
hasta darse por vencido,
para caer abatido
escondido de la gente.
Tal vez exagere un poco,
no todos piensan igual
para algunos no es un mal,
no es para volverse loco
ni desvelarse tampoco,
no todos hacen sonetos
ni andan por los vericuetos
de una décima como ésta
(nunca sabrán lo que cuesta
salirse de estos aprietos)
Pero quién me habrá mandado
a meterme en este embrollo,
en donde el más grande escollo
es, como queda apuntado,
las rimas que no he encontrado,
escurridizas e inquietas,
ventura de los poetas
que se queman la cabeza
por llegar a la certeza
que son, al menos discretas.
Sin embargo, yo les digo
que soy feliz cuando rimo
y entonces nunca escatimo
esfuerzos; me canso y sigo
hasta tenerlas conmigo,
si al fin y al cabo, señores,
las rimas son como flores
que se dan a una mujer,
presentes en el querer
y en los poemas mejores.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.