Me aburre la certeza cotidiana,
me aburre el transitar de los minutos,
me aburren la diversión y los lutos,
que se suceden bajo mi ventana.
Ya el alimentarme no me interesa,
ya solo duermo por soñar contigo,
para añadir penas a este castigo
en el que soy carcelera y soy presa.
Sin el tierno calor de tu presencia
ya ninguna otra cosa me despierta
y al recordar me veo tan vacía,
me parece tan banal la existencia
que no recuerdo si estoy viva o muerta
ni puedo saber qué desearía.