De repente se apagó el soplo del aire,
el latido de mi corazón y el susurro de tu voz.
El ruido de las olas ya no acaricia la roca,
y mis labios ya no rozarán tu boca.
Ya no está el ruido de la hoja seca
cuando camino pensando en tí
por el sendero que me llevó al amor.
Es un silencio infinito que salió de ti
y decidió que ya mi amor no estará en tu amor,
y silenció el graznido de los patos
que te veían amarme desde el parque,
cuando cada mañana susurrabas a mi oído
hermosas palabras de amor,
y de repente surgió ese silencio infinito
que me decían desde lejos que ya tú y el amor se habían ido.