Los poemas me asaltan
como si fueran bandidos,
apuntan sus cuchillos
contra mi corazón plebeyo.
Por eso
cada día soy más pobre
en calidad y abundancia,
pues ellos mismos se hurtan,
y ha de llegar el momento
en que terminen en nada.
Entonces no habrá poemas,
ni corazón, ni cerebro,
y el mundo quedará libre
de mis querellas románticas.