Yo sé que de tus labios no caen versos
no eres poeta, ni quiero que lo seas.
Igual yo escribo en tu piel
con armoniosa algarabía
y caigo rendida en la tormenta del deseo.
Sonríes,
me sabes surcando tu perfil
con rotundidad,
se enarbolan los ascensos
y escancio prístina la flor del misterio.
Luego descanso enamorada
en tu atalaya donde soy desnudez
en tus manos solas,
de tu vientre experto,
de tu sabia boca,
sin fronteras entre mis pechos
y tus besos.
Y luego susurras muy quedo:
Poeta, ¿repetimos el verbo?
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