Estoy en los hemisferios oscuros de la tristeza,
ella lame mi rostro sobre el rastro de redondas lágrimas
como el mundo,
como el lomo de un jorobado
exhausto de mirar hormigas,
sus pasos encorvados,
sus días con manecillas,
sus redondos gestos nacieron dos veces de una mujer y del mundo
transformador de lo que no soy
en las superficies de los espejos,
en la madera vencida,
consumida por la fuerza de las letras escritas sobre una carta
con la última alegría en la mano y la primera tristeza en el corazón,
sobre la mesa donde estaba dispuesto el sitio para quien no llego nunca.
¿Dónde andas?
ando,
andando sobre rastrojo,
buscándo en la andanza cotidiana en donde me haces falta,
¿qué perdida piedra te ha derribado del cielo?
¿qué alumbre ha cercenado mis ojos para perder tu vuelo?,
entre estos días y noches
algo se arrima,
me lanza,
me atraviesa para buscarte,
un poema oscuro y rabioso me ha salido de las venas.