He colgado una estrella
en la comisura de tu boca,
y es tu voz que fuegos destella
al entrar tu poesía en mi alcoba.
Mi piel alberga tus versos
que recorren los laberintos de mi cuerpo
y levantan tempestades tus palabras
en mi mar que se recuesta en tu puerto.
Y así amalgamadas nuestras voces
en las mieles del encuentro
correrán por el mismo sendero
con el mismo canto
que colecciona sueños,
venciendo sin piedad... al tiempo.