Vagando en medio de la nada, flotando en el infinito
creí tocar la faz del techo, o quizás el cielo mismo.
No me percataba que era tan solo un delirio
mientras de cabeza estaba, lo que palpaba era el piso.
No era el techo, toque fondo y no puedo regresar
es demasiado tarde para echar la vista a atrás
aunque quiera ya no puedo sin mi oxígeno vital
sin tu labios, tu cariñó y el amor que tu me das.
Buscando entre mis recuerdos quise encontrar la salida
pero terminé perdido en laberinto de mentiras.
En cada esquina veía caricias de cartulina
que me hacían arder en llamas aunque tus sangre era fría.
Me quedé atrapado en un profundo pensamiento
donde mis peores demonios adquieren discernimiento
y sus huesos toman carne prestada de viejos miedos,
con sus ojos penetrantes devoran mis sentimientos.
Solamente del que fui ha quedado un cascarón
sin emociones, pues tengo prisionero al corazón,
aunque a veces no lo encuentro en el lugar de su prisión
sino escribiendo poesía... quizás alguna canción.