Yo, llaneza ensimismada,
duda prominente,
navegante de paraísos-infiernos
continuos, simultáneos.
Desde esta, mi constelación
de laberintos de arenas,
circulares, cóncavos, sobrepuestos,
flotando sin órbita
en el vacío de las almas sin destino,
veo:
Un boom de hordas
populosas, tatuadas, indolentes,
que persiguen el sueño del metal
en torres de paredes apiladas,
la risa fácil y el afecto etéreo.
Un infinito huracán concentrico
que los caza y me caza
adormece y aleja
la miseria en la nuca.
Corren
apilados, desiertos,
a conquistar mañanas,
en calles infectadas
por humo, miradas extrañas,
ruido silencio que aliena
y domestica.
Leen asimilan,
mensajes del Dios mercado,
los seduce a que sigan,
para acceder
con ticket
al reino del éxito
uniforme a la moda.
Compran
fervorosos y violentos
las gangas
que calman urgencias,
y sacian esa sed ácida
de pertenencia.
Acceden
a los símbolos de la modernidad,
instrumentos de confort,
ahorcados en cuotas.
Venden
su silencio, su mirada,
la química del afecto,
la inocencia del cuerpo.
Tragan
el grito rebelde,
la verdad primogénita,
la confianza de ser.
Caen,
enfermos de mal incurable
de necesitar medico,
medicinas,
y sus jaulas
son tan altas
que terminan
por vomitar sus sueños,
dimitir sus banderas,
bajar la mirada,
y ahora, ya curados,
comienzan su trabajo.
Me contaron
que se ha visto
hace tiempo,
en un lugar
muy remoto
no conquistado,
hombres y mujeres
que eran felices...
A.C.F- MAYO DE 2018
ARGENTINA