Susurro, leve arrullo de pestilencia
y enredados en mierda
río creciente
posa la Providencia.
“No mirarás más allá de las cavernas…
temerás a quien señala piadoso,
omnipotente con su arcaica voz hueca…”
Pensarás en los ciegos ojos del cielo
y en la misericordia de su sordera
temiendo el velo se desprenda
la venda que tú has pintado en sus ojos
cuando al acecho del pecado te encontrabas
casi acorralado por tus propias promesas.
Hipócrita, lector hipócrita
¿cuántos buenos y malos poetas
de tu cabal error deben prometer darte cuenta?
Inerte saco de piel y huesos
de tus lamentos sangrientos la ceguera has vuelto más ciega.
y esparces tu cadáver en la caverna
regás fétidos gases que contagian
ceguera sordera y llanto
a los reos contagias
mientras se les pudren las cadenas.
Sufrid los eternos inquilinos,
desta jungla de hueso y llanto
las voces del cielo están ocultas
y con ellas se lavan las culpas igual que se flagelan.