Por babor, a la amura se aferraba,
con siniestra intención de ir a cubierta,
una sombra velada y encubierta
que en la noche y el agua se emboscaba.
Sombra humana, y mujer, se perfilaba
bajo la bruma líquida entreabierta;
con una luminosidad incierta
al atento vigía embelesaba.
Al mascarón de proa se aproxima;
su cántico le embriaga y le enajena;
y se siente confuso, trastornado:
todo adquiere apariencia de amplia sima,
de lóbrego aposento de sirena…,
y se sabe en sus redes, capturado.
Gonzaleja