Tú, ya estás ausente,
y una bandada de siglos
ha pasado
sobre tu lápida gris.
Una bien amada melodía
te recuerda.
Tus ojos son
dos silencios oscuros.
Miro el mármol
de tu blanca tez
resquebrajada por el viento;
y un breve letrero:
\"A la poetisa desconocida\".
Hay un puente de tiempo
que lleva hasta ti;
un puente de lágrimas;
de hilos de añoranza
al mirar la desnudez de tu boca,
ya sin versos, sin palabras.
Un ave vespertina se detiene
en el umbral de tu descanso
y llora en su cántico
cual lamento de postrero adiós.
Ingrid Zetterberg
De mi poemario \"Secretos de mi alma\"
Año 2,018
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