Xabier Abando

Elegía (In memoriam M.B.A)

Somewhere (Leonard Bernstein)

 

Te fuiste un funesto otoño,

dictó el destino sentencia,

y a un crudo e inclemente invierno,

que pareció ser eterno,

me condenó, con tu ausencia.

 

Una noche cruel de octubre

nos dejaste, antes del alba,

y otra noche, de repente

bajó del cielo inclemente,  

dejando impreso en el alma,   

 

con el sombrío color

de la soledad de fondo, 

un paisaje aterrador,

que traslucía el dolor 

de tu imposible retorno. 

 

El consuelo y la esperanza

de verte en el más allá 

también me negó el destino,

en vista del desatino

que es la fe en la eternidad.

 

Recuerdos de horas felices  

puñaladas son ahora

porque lo hermoso vivido

no puede ser revivido 

y con nostalgia se añora.

 

Nostalgia de aquellas cosas

que felices compartimos

en genial complicidad,

del amor y la amistad,

compañera, que tuvimos.

 

La cuestión más angustiosa

es que decir no podría

si de darte fui capaz

toda esa felicidad

que, sin duda, merecías.

 

Esa espina se me clava 

en el alma dolorida,

haciendo mucho más dura

la insufrible desventura 

de tu ausencia desmedida.

 

El invierno quedó atrás, 

fundió la silente nieve 

un sol de tímidos rayos,

brotaron flores en mayo,

y todo ganó en relieve.

 

Pero igual que el sol se turna  

con la lluvia a cada tanto,

así también, de por vida,

en mi alma tendrán cabida,

por turno, sonrisa y llanto. 

 

Pasó a mi favor el tiempo,

poderoso lenitivo, 

pero aunque cien años dure

dudo mucho que me cure

de esta nostalgia en que vivo.

 

Te fuiste y lloro por ti

y, en homenaje sentido,

por tu memoria yo brindo.

De mi vida, lo más lindo

fue el haberte conocido.

 

Mil gracias, de corazón.

Gracias por haber nacido,

y regalarme tu amor.

Francamente, fue un honor

que no sé si he merecido.

 

 

© Xabier Abando 17/10/2016