Solía alejar mi oído para poder oírte hablar y estornudar en cada frase. Me encantaba ignorar la lluvia y la niebla para poder ver tus ojos que abrían las puertas del alma. Ya nada es así. Creo que nunca fue así y mi locura me cegaba las ideas. Me parece que tu siempre fuiste un fantasma pero a mi me obsesionó la idea de tu ser. Me gustaba la idea de observar a alguien. Los papeles vuelan por todos lados, anhelo ver las cartas que te solía escribir y jamás mandar. Tus pensamientos fueron mis corazones. No tenía idea de como esto iba a acabar. Que te terminaría matando de todas formas posibles, te tienes que estar revolcando en tu tumba mitológica. Ay, que dirías si me vieras abriendo los cajones del armario, me odiarías. Pero verás, no me gusta romper tradiciones. Cada dos años te escribía, te escribo y te escribiré. No me importa cuanto te revuelques. Te escribiré desde mi tumba color amanecer.