El placer de abrir,
o cerrar los ojos,
y saberlos propios
a los recuerdos,
recuperar bellos
momentos,
que caracolean en
el túnel del tiempo,
mirarme en el espejo,
y ver los rostros de
familiares y amigos,
que nunca serán olvido,
descorchar una botella
de buen vino,
y que esta madrugada
me sorprenda feliz,
embriagarme
de nostalgias,
sacudir mi cuerpo,
y que se vayan las malas,
hacerle un guiño
a la memoria,
y que me regale
una foto de ella,
si la vida al final,
es un cúmulo
de recuerdos,
pero de los buenos,
a los desgraciados,
no los tengo en cuenta,
poco a poco,
los devoró el infierno,
no se quiebra
el mundo,
por algunos yerros,
tampoco los míos,
humanos somos todos,
con manos y cerebro,
y un enorme corazón,
para disfrutar el amor.
Víctor Bustos Solavagione