Camina, con una guitarra en la mano
un gentil poeta que se hizo soriano…
¿de dónde su camino vendrá?
Sus ojos, negros y fijos, se notan errantes
como las estrellas que el navegante
procura con su sextante alcanzar.
Y es que la soledad inunda con música
esa mirada que intenta ser rústica,
mas ella no cesa de amar.
Vaga ocultándose en su pasado
reviviendo los días en que fue besado
por los labios que quiere volver a besar.
¿Cuántos poetas vagarán por el mundo
tristes, solos, meditabundos,
con un sueño en el alma, sin poder amar?
¡Que puedan recibir en su vida el sextante
para saber qué estrella se encuentra adelante
y puedan en su vida volver a soñar!